Netflix estrenó “El reino”, una miniserie llena de estrellas y de intrigas, ¿cómo es?
Diego Peretti, Mercedes Morán, Joaquín Furriel, Nancy Dupláa y Chino Darín en una historia que mezcla política, religión, crimen en ocho capítulos llenos de tensión
Elenco tiene de sobra y ese es uno de los elementos fuertes de El reino, la superproducción argentina de ocho episodios que Netflix estrenó ayer. También tiene creadores prestigiosos y un despliegue de recursos y escenarios de los que se llevan ahora.
Como cabeza de compañía están Diego Peretti, Mercedes Morán, Chino Darín, Joaquín Furriel y Nancy Dupláa, pero en papeles secundarios, con más o menos presencia, se hacen ver Peter Lanzani, Alejandro Awada, Vera Spinetta, Sofía Gala, Santiago Korovsky y Daniel Fanego. Hay dos uruguayos en papeles menores: Alfonso Tort, que es el yerno del pastor y tiene continuidad, y Néstor Guzzini, que aparece en el primer episodio como un comisario.
El reino es una historia creada por la escritoria Claudia Piñeiro (la de Las viudas de los jueves y Betibú entre otras tantas novelas llevadas al cine) y el director Marcelo Pineyro (Caballos salvajes), quien comparte las tareas de dirección con Miguel Cohan. La acción transcurre en una Buenos Aires globalizadamente impersonal de edificios vidriados y grandes mansiones.
O sea, está todo en su lugar para ser un éxito, o una tendencia que es como se le dice al rating en estos días. Es una apuesta muy fuerte de Netflix.
Y el producto está a la altura de ese staff y ese despliegue construyendo una estructura ficcional que va armándose sin prisa pero sin pausa. A la altura del capítulo cuatro (hasta donde se llegó para hacer esta crónica; los ocho episodios están disponibles en la plataforma), la mampostería de tensión y preguntas que tienen que responderse es lo suficientemente firme como para aguantar hasta el final si no hay ningún traspié, que a veces pasa.
Como para sumar, la anécdota combina política, religión, crímenes, secretos familiares, cocaína, algo de sexo y un aire de conspiración. Es un thiller político con aspecto cinematográfico indicado por un par de planos secuencias y escenas armadas con un esmero que excede lo televisivo.
El reino se centra en Emilio Vázquez Pena (Peretti), un pastor evangélico que va para vicepresidente de Argentina. En el lanzamiento de la fórmula, sin embargo, su candidato presidencial, el empresario Armando Badajoz (Daniel Kuzniecka), es asesinado y, todo indica, Vázquez Pena se verá forzado a aceptar el cargo máximo. A su esposa (Morán) parece no gustarle mucho la idea. “El demonio es la política”, le hace gritar a la feligresía en pleno “trance místico”. Algo de razón tiene, aunque su cinismo la convierte en una Lady Macbeth de catálogo.
El pastor se está metiendo en un territorio peligroso (el asesino es uno de sus feligreses de confianza) ya que está involucrada una organización que, aparentemente, tiene la capacidad de poner presidentes y está representada por el agraciado rostro de Furriel, uno de los villanos de una miniserie llena de villanos. Sabe cosas de Vázquez Pena, quien hace un manejo poco ortodoxo de los fondos de su Iglesia de la Luz. También está su secretario (Darín) que es el hijo de un político (Fanego) del partido rival, y que también tiene algún traspié en el pasado. Su presencia parecería ser el balance moral de la serie, aunque habrá que ver.
Bastante mejor es una fiscal abnegada (Dupláa) a quien se le asigna la investigación del magnicidio, aunque está claro que sus superiores preferirían que el caso se cierre prestamente. Un sagaz secretario (Korovsky) aporta, además, cierto alivio cómico.
“Lo que más me atrajo de esta historia es el contrapunto entre la macropolítica y la micropolítica evangelizadora de esta familia, que se siente con la potencialidad para manejar ejecutivamente un país”, le dijo Peretti al diario argentino La Nación.
Y aunque descarta un vínculo directo con la realidad argentina, “al mismo tiempo creo que esta democracia tan intoxicada por distintos factores de poder, que nos trascienden y no podemos manejar del todo, puede ser campo fértil para que potencialmente, en un futuro, terminen progresando políticamente una familia o un líder como el que me toca encarnar”.
El reino sabe explotar todo eso y hace lo posible para convertir una ensalada de un montón de asuntos atractivos en una miniserie que, por lo menos hasta la mitad, hace que Argentina ubique otro punto fuerte en la oferta de Netflix.
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