La crítica al capitalismo en boca de todos
Una competición a muerte entre deudores, el nuevo gran éxito de Netflix
Se estrenan centenares de series cada temporada pero son pocas las que marcan la conversación social y cultural. El juego del calamar , que Netflix estrenó el 17 de septiembre, es una de ellas. Desde la plataforma avisan que va camino de convertirse en la serie más vista de la historia del servicio. Es el éxito imprevisto para una empresa que ni siquiera facilitó episodios por adelantado a los medios como sí hicieron con apuestas como la española Jaguar, la británica Sex education o la estadounidense Misa de medianoche , estrenadas en las mismas fechas. No necesitó críticas iniciales. Tuvieron suficiente con colocar la serie de Hwang Dong-hyuk en el catálogo y dejar que el boca a boca en las redes sociales y entre amigos le permitieran dar la vuelta al mundo desde Corea del Sur. Se beneficia de tener un punto de partida visceral y fácil de comunicar: 456 personas endeudadas compiten a vida o muerte en juegos infantiles para repartirse 34 millones de euros.
Era el 2008 cuando al creador se le ocurrió la idea. Entonces tenía una situación económica precaria y, leyendo cómics japoneses como Battle Royale , se planteó cómo actuaría él ante una competición mortal. Era un concepto coherente con la realidad del país donde vivía: 52 millones de ciudadanos en una extensión reducida, aislados por la frontera con Corea del Norte y con un clima económico muy competitivo. El endeudamiento de las familias, un problema que va más allá de sus fronteras, es extremo; son el sexto país del mundo en cuanto a suicidios; y un sector de los jóvenes directamente renuncia a tener una vida sexual por las dificultades de mantener a una familia y la necesidad de prosperar en el mercado laboral. No es casualidad que del país saliera la oscarizada Parásitos de Bong Joon-ho. Aquella idea inicial se transformó en la serie de televisión que Dong-hyuk vendió a Netflix en el 2019. Para diferenciarla, se aseguró de que los juegos infantiles fueran bien sencillos, extraídos de la cultura popular. La primera competición, para poner un ejemplo, se llama “luz roja, luz verde” y es el pica-paret de toda la vida. “Eso permite a los espectadores centrarse en los personajes, en lugar de distraerse con cómo funcionan las reglas”, explicó a Variety .
“El teléfono que aparece en la invitación del juego recibe más de 4.000 llamadas diarias”
Lo han sabido aprovechar los actores Lee Jung-jae, Park Hae-soo, Jung Ho-yeon o Wi Ha-joon, que han pasado de ser rostros conocidos en Asia para convertirse en sensaciones intercontinentales. Y el éxito tampoco se puede disociar del trabajo del director de arte Chae Kyoung-sun, que quería incrementar el malestar del público con unos escenarios a lo grande y una fantasía llena de color, donde las connotaciones infantiles de los juegos chocan con la violencia. El único resbalón fue permitir que el público viera un número de teléfono en la tarjeta de invitación al juego mortal: el usuario de la línea telefónica, que no tiene nada que ver con la producción, ha denunciado que recibe más de 4.000 llamadas al día. La fiebre es real.
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